Patrimonio artístico de Santos Chávez se instala en Barrio Puerto

Fundación que lleva el nombre del artista nacido en Canihual inauguró el Espacio Cultural Kallfu Mapu (lugar azul, en mapudungún), que rescata y posiciona la vida y obra de uno de los mayores grabadores de Latinoamérica.

En el Barrio Puerto, a pocas cuadras de la iglesia la Matriz y la plaza Echaurren, se encuentra el espacio Kallfu Mapu -lugar azul, en mapudungún inaugurado oficialmente hace algunas semanas por la Fundación Santos Chávez, con el objetivo de rescatar y proyectar la obra artística de uno de los grabadores más trascendentales de Chile, específicamente en la técnica conocida como xilografía (técnica de impresión que utiliza planchas de madera).

Su viuda, Eva Chávez, en vida protegió con celo el patrimonio artístico de Santos Segundo Chávez Alister (1934) y que por voluntad del propio artista cuyas cenizas fueron lanzadas al mar en la costa de Valparaíso hoy es exhibido al mundo en uno de los lugares más tradicionales de la ciudad puerto. Se trata de un patrimonio artístico y cultural compuesto por más de 700 obras que, actualmente, se encuentran en pleno proceso de catalogación para que en el futuro puedan ser abiertas al público local, regional, nacional e internacional.

El grabador, nacido en Canihual, provincia de Arauco, tuvo una infancia difícil. Quedó huérfano siendo todavía niño, situación que lo obligó a dedicarse a labores del campo tales como el pastoreo de animales y la labranza de la tierra.El poeta Elicura Chihualaf, quien fue cercano a él, lo describe así: “En su espíritu pervivió siempre su experiencia de haber sido un niño pastor y un adulto cuya visión de mundo mapuche lo hizo sentirse sólo una pequeña parte de la naturaleza y del universo, igual que todos los seres vivos y que aquellos seres aparentemente inanimados como las piedras”. Ese mismo niño pastor, que creció entre “chivitos” a quienes consideró sus amigos, es parte de la imagen que la Fundación busca dar a conocer como parte fundamental de un legado que intercala esas experiencias de niñez con la manifestación telúrica de su obra.

A semanas de la inauguración del “lugar azul”, cedido en comodato por el Ministerio de Bienes Nacionales en el 2014; recién este año, gracias a un fondo patrimonial adjudicado, se logró alcanzar su total apertura y funcionamiento material y logístico. Y así, por fin, se logró dar inicio sistemático a un proceso de difusión artística cuyo propósito es hacer trascender la humanidad y obra del grabador. “Santos nace en un lugar originario vulnerable, y nosotros también estamos en un barrio originario vulnerable y eso nos une”, destaca Juan Pablo Scarella, presidente de la Fundación Santos Chávez.

A través de talleres con niños y niñas de los colegios del sector se han ido aproximando progresivamente a la comunidad que, según Scarella, los ha recibido con gratitud. Han sido, hasta ahora, cuatro los encuentros organizados por la Fundación para integrarse colaborativamente con juntas de vecinos, colegios y agrupaciones, además de la realización de talleres de pintura con niños y niñas que prontamente realizarán una exposición en el sector. Se trata, entonces, que el legado de Chávez articule procesos de vecindad en el Cerro Toro desde un obra artística y biográfica que sobrecoge.

¿Por qué esta forma de relevar la figura de Santos?

Para el presidente de la fundación es fundamental que conozcan quién fue Chávez, “su manera de enfrentar el arte, a una dictadura, a un gobierno, su vida”. Un hombre que se crió entre el silencio, los bosques y el pastoreo, y que llegó a exponer en sitios emblemáticos para el arte: Mo MA de Nueva York, Museo de Arte Moderno en Río de Janeiro, Museo de Arte Moderno Contemporáneo en Buenos Aires, Museo de Arte Moderno en Alemania. “Esa experiencia no se puede olvidar”, sincera Scarella.

El mismo grabador dejó anotado entre sus papeles lo siguiente: “Fui criado entre la madera, la vi crecer y también la corté. Es como un padre—-madre que te protege, por esto el grabado para mí es la tierra”. Así, además, se posiciona de un modo natural, relevante y fundamental la cosmovisión mapuche que el grabador atesoró como parte fundamental de su obra. Juan Pablo Scarella lo grafica así: “Él es un pastor, se quedaba en la noche mirando las estrellas. Esto me lo decía a mí. Y eso lo transmitía en su obra, fue capaz de plasmar esa vida en todo su trabajo. Nosotros como fundación creemos que hay una deuda del Estado con el pueblo Mapuche” y fue él mismo Santos quien lo señaló: “Intento dejar grabadas en todas partes la presencia del pueblo araucano para que no se olvide su cultura, su existencia, su realidad y sus esperanzas”.

Ese Arauco viajó con él en sus travesías por el mundo y también cuando decidió asentarse en Viña del Mar en 1995, luego de haber pasado por el Taller 99 en Santiago, donde terminó de consolidar su técnica, aún cuando la hostilidad de su clima lo motivó a dejar la capital para asentarse junto a Eva en Reñaca, donde comienza a hacer clases en las Escuelas de Bellas Artes de la Ciudad Jardín y Valparaíso, aunque en la primera nunca logró sentirse cómodo y en cambio, “se enamoró de lo que estaba haciendo en Valparaíso” cuenta Scarella, y es allí donde incentivó aún más el grabado, bajó su ojo, sentidos y oficio de grabador, formando buenos discípulos, que hasta el día de hoy trabajan como lo hizo Santos Chávez: el grabado con la cuchara.

CUIDANDO SU LEGADO

Son más de 700 obras que están siendo catalogadas, como punto de inicio de este proceso, y que integran parte importante del legado que en vida realizó el artista mapuche, la mayor parte del cual está grabado sobre papel, cuestión que hace más fácil su deterioro. Hongos, humedad y cambios de temperatura, entre otros factores de riesgo, han hecho que la Fundación ponga particular cuidado en las condiciones medioambientales, conservando la obra bajo estándares que le permitan trascender en el tiempo y poder ocupar el espacio que merece la obra de uno de los artistas grabadores más importantes del siglo XX y de los tiempos venideros. La política pública, en esta materia, debería acompañar dicho resguardo y preservación.

La Fundación Santos Chávez ha asumido esta tarea de catalogación y recuperación asumiendo el paso del tiempo sobre algunas obras irrecuperables.
Según indica su presidente, “la que está en mal estado también es parte de la historia, pero hay unas que tú no puedes recuperar aunque quieras, entonces esas al menos que tengan una buena muerte”. El estado de las obras es disímil porque disímiles fueron también las épocas materiales y productivas del artista de Arauco. “Bueno, Santos pasaba por etapas como todos los artistas.
Tenía etapas con muchos recursos y otras con muy pocos; entonces, cuando tenía dinero compraba papeles de muy buena calidad, tintas de muy buena calidad, pero sin dinero las hacía en papel confort, entonces, por eso, tenemos este variopinto escenario en la calidad material de su obra”.

El espacio Kallfu Mapu ya es una realidad en Barrio Puerto. Y su inauguración contó con la obra de la artista textil Viviana Rantul con “El tapiz honra la poética imaginaria de Santos Chávez”, quien expuso cinco telares que reproducen algunas de las obras de Chávez, que buscan “estremecer las fibras de su alma, esas que los unen a la tierra y a los que los rodean”, explica la artista.

El trabajo de la Fundación es una proyección y reposicionamiento en la ciudad que tanto quiso Santos Chávez y donde descansan sus cenizas en algún lugar del Océano Pacífico, mientras tanto se preparan algunas novedades como una exposición que pretende ser inaugurada en la Sala Gasco de Santiago, proyectada para marzo de 2022, y la finalización del proceso de catalogación que permitirá que las personas interesadas puedan profundizar en la obra de este niño, artista, pastor.

El Museo con la obra de Santos Chávez está abierto de miércoles a sábado de 11 a 15:30 a 18:30 en Cajilla 811.

La Fundación cuenta con más de 700 obras del artista.

Santos Chávez a veces utilizó papel higiénico para hacer sus obras.

Fuente: La Estrella de Valparaíso